Si lo ve pasar, no lo deje pasar. Párelo. Déle un par de zapatos añosos. Los dos, estarán arreglando mucho más que calzado.
20 años de zapatero y 42 de hombre digno. Así lo conocimos a Sergio, en una siesta de lunes patagónico. Su tallercito en Remigio Bosch y Alcorta ya arregló todos los zapatos amigos del barrio, y la gente ya no va tanto.
La olla no entiende de malas rachas, y Sergio (Patán para los amigos y clientes) se las ingenió para salir a buscar nuevas suelas.
Pudo su ingenio convertir changuito de super en zapatería rodante. Una caja de herramientas, martillo remendón, abridor de hendidos y una voluntad topadora. Cartel escrito a mano imita cartelería de peatonal: “Zapatero en el Acto”. Así se ofrece Patán, y su cartelito y su zapatería ambulante son la más contundente editorial de un país de resilientes.
"A mi me conocen como Patán. El taller está en mi casa. Está el cartel que dice ´Reparaciones de calzados Patán. Como mi calle no es transitada, decidí salir y hacer esto. Además los vecinos ya me conocen, ¡No van a romper los zapatos todos los días! Salgo todas las semanas, un rato por día, por los barrios alrededor de Bouquet Roldan.”
Sergio Franciscovich tiene 42 años y por un trastorno neurológico desde hace años se la rebusca reparando calzado. Es zapatero desde hace 26 años. Zapatero ambulante sólo desde hace 1. “Soy zapatero desde los 16, pero comencé con esto de salir por los barrios este año, a mis 42. Gasto en los materiales nada más y a mi me queda la ganancia.”
Mate en mano, cigarrillo en boca, perros laderos y asfalto; sale a ganarse el pan.
Este hombre de tez y siesta morena, de altura y voluntad lunga, marcha por la calle Libertad con la dignidad de los hombres nobles. Esa de la que están hechas las soluciones caseras, la del papelito debajo de la mesa renga, la de la cinta scotch en el armazón de los anteojos, la de yerba puesta a secar al sol.
Ponernos en sus zapatos es un viaje al increíble mundo argentino de resistir.
Por Mime Mascaró (@pataforas)