A veces los sueños, se convierten en refugio. Esta es la historia del más hermoso de Villa Pehuenia.
La Serena nació del anhelo de una familia aventurera por establecer un lugar fijo desde donde contemplar las maravillas del paisaje cordillerano. Este sueño, que comenzó hace más de un cuarto de siglo, se transformó en un hotel que, más allá del alojamiento, se convirtió en un espacio para compartir momentos imborrables con huéspedes de todo el mundo.
Desde sus inicios, el complejo ha sido testigo de transformaciones: cada administrador dejó una huella única, reflejada en pequeños detalles que enriquecen su historia. Actualmente, La Serena atraviesa una etapa de renovación que busca devolverle su esplendor original.
El lago Aluminé, con su inigualable vista panorámica, es el corazón de La Serena. El complejo debe su nombre al reparo natural que lo protege del viento Oeste, convirtiéndolo en un refugio sereno en una bahía pintoresca.
La madera de ciprés, trabajada artesanalmente, no solo aporta calidez al diseño interior, sino que también rinde homenaje a la cultura local. Troncos con formas únicas narran historias de manos que los moldearon, uniendo pasado y presente en cada rincón.
En La Serena, la naturaleza es la protagonista. Su filosofía se sustenta en el respeto por el entorno y en la creación de un espacio donde las personas puedan redescubrir la belleza de explorar. Desde caminatas bajo la luz de la luna hasta asados compartidos con locales, cada experiencia refuerza un vínculo profundo con el paisaje.
La serenidad del ambiente contrasta con el ritmo vertiginoso de las grandes ciudades, ofreciendo un espacio para la calma, la reflexión y el disfrute en familia o con amigos.
Como uno de los pioneros del turismo en la Villa, La Serena mantiene un lazo estrecho con la comunidad local. Sus fundadores han tejido relaciones valiosas a lo largo de los años
El respeto por la cultura local también se refleja en cada detalle del diseño y en las experiencias ofrecidas, donde lo tradicional se entrelaza con lo contemporáneo para brindar un sentido único de pertenencia.
La Serena guarda un tesoro muy valioso: los recuerdos compartidos por quienes la visitan. Asados bajo cielos infinitos, noches en carpa rodeados de naturaleza virgen, o paseos en kayak por aguas cristalinas son solo algunas de las vivencias que han dejado huella tanto en los visitantes como en el equipo que los recibe.
Cada historia compartida, incluso años después, reafirma el propósito de este refugio: ser un lugar donde los momentos se convierten en memorias eternas.
La Serena enfrenta un nuevo capítulo en su historia con un proceso de reestructuración que busca modernizar sus instalaciones sin perder la esencia que lo define. Este esfuerzo no solo implica mejoras físicas, sino también una apuesta por preservar y enaltecer su legado como un santuario de calma y naturaleza.
Con la misma pasión que dio origen a este proyecto, La Serena se prepara para recibir a las próximas generaciones de viajeros, invitándolos a descubrir un rincón donde el tiempo parece detenerse y la naturaleza escribe las páginas más bellas de la vida.