Doña Isolina entra al consultorio ayudada por su nieta y un caminador que cruje y cede, inclinándose e inclinándola hacia la derecha por la presión que ejerce la abuela sobre ese lado. Su mano izquierda sostiene un paquetito hecho con un viejo papel de regalo que cuidadosamente Isolina (Isoli para la familia) guardara de un regalo que le hicieran por su cumpleaños. “Para una ocasión especial" había pensado Isoli. Una docena de bombas de crema hechas con la misma receta que le enseñara su madre viajaban dentro del envoltorio con un moño de cinta ribonette violeta.
El rito se repite. Con otros nombres y otros envoltorios, se repite desde hace añares en todo el mundo. Pero ¿Por qué pasa? ¿Cuánto de costumbre ancestral tiene la costumbre?¿Es muy distinta a la ceremonia milenaria de ofrecer sacrificios a los dioses a cambio de milagros? ¿Es correcto que los médicos acepten estas ofrendas? ¿Por qué muchos profesionales de la salud sostienen que no lo es?
Las ofrendas y los sacrificios a las divinidades son una manifestación constante en la humanidad y el impulso religioso ha ampliado su espectro llevándolo a incluir -desde que la profesión existe-, a los médicos de todo el mundo.
A través de la historia, las personas sintieron el impulso de ofrecer a los dioses sus pertenencias más preciadas, sus riquezas, sus rebaños, los frutos de su trabajo, un puñado de bombas de crema y hasta sus propios hijos. Y este ritual tan fundamental en el pensamiento religioso moderno como en la antigüedad más remota; se ha extrapolado al reino de la medicina.
El análisis de la práctica exige repensar ambos lados del vínculo. Hay un paciente que ofrenda y hay un profesional que recibe esa ofrenda. ¿Es esto ético? ¿Cuáles son las implicancias en la relación médico-paciente?
La Dr. Paquita de Zulueta, una de las tantas especialistas en ética médica que abordó el tema, explica que el acto de regalar puede ocasionar profundas consecuencias en la relación médico-paciente. Es preciso entender las razones por las que el paciente regala y qué expectativas tiene al hacer el regalo. ¿Espera recibir algún tipo de trato preferencial a cambio del regalo, o simplemente lo ha hecho como una cortesía sin ninguna intención? Zulueta sostiene que los pacientes hacen regalos a los médicos por las siguientes razones: para mostrar una genuina gratitud; como un acto de demostración de poder; por afecto; para llamar la atención; para manipular al médico buscando un tratamiento preferencial; o para sacarse la culpa al pensar que es una carga para el doctor/a. También afirma que es importante entender el impacto que tiene el regalo sobre el comportamiento del médico. ¿Se siente incómodo al recibir el regalo y sólo lo acepta por no ofender? o ¿Ese regalo debe cambiar el trato hacia el paciente? No hay reglas claras al respecto.
La especialista sostiene que este asunto de recibir regalos de sus pacientes divide profundamente a los médicos. Unos rechazan siempre todo tipo de regalos, otros los aceptan, ya sea de buen agrado o a regañadientes. Aquellos que no reciben regalos manifiestan que lo hacen para no alterar los límites de respeto que debe tener la relación entre un profesional y su paciente. Dicen estar temerosos de que por más mínimo que sea el regalo, éste pueda afectar la delicada relación entre ambos.
Por su parte, aquellos que aceptan regalos de sus padecientes están convencidos de que éstos refuerzan la relación de amistad y cordialidad que debe existir entre ambos. Dicen también que recibir un regalo afianza la autonomía del doliente y que rechazarlo podría herir profundamente su autoestima.
Si bien no existe una normativa al respecto, hay muchas asociaciones como la American Medical Association (AMA) que en su código de ética recomienda que el doctor debe rechazar regalos que sean desproporcionadamente costosos y no debe permitir jamás que un presente influya en la calidad de la atención médica. Recomiendan que el médico sugiera que, en vez del regalo, hagan una donación caritativa a alguna organización de salud.
Por otro lado, también se encuentra bibliografía especializada que afirma todo lo contrario, como el caso de los textos del Investigador Lyckholm LJ. quien argumenta que si bien los obsequios excesivamente caros o inapropiados deben rechazarse, los mismos deben ser aceptados por los médicos: «Rechazar un obsequio en realidad puede causar más daño que aceptarlo. Si un médico rechaza un obsequio, el paciente puede interpretarlo como una falta de consideración hacia los deseos del paciente, y puede dañar sus sentimientos, fracturando irrevocablemente la relación”.
Isolina vuelve a casa a paso cansino. Intenta ,como intentan los idealistas, deshacer las marcas del doblez del papel de regalo que acaba de encontrar perdido en el fondo del revistero de la sala de espera. Lo amasa, lo estira, del derecho y del revés y cuando siente haber borrado las huellas del paso de otros humanos sobre el papelito le pide a su nieta que lo guarde en el primer cajón de la derecha de la cómoda del living junto al ticket que le recuerda que el martes que viene tiene turno con el doctor.
Patáfora: Mime Mascaró