La artista lleva años enviando señales de humo por toda la geografía patagónica. Señales que han sido respondidas desde distintas latitudes del mundo. Bocanadas de mensajes ardiendo en colores que escriben el paisaje mientras lo forman y deforman.
“Señales de humo para otros mundos”, la performance de la artista la desdobla en su versión nebulosa y la conduce por los bordes de las costas, los cañadones de las mesetas, los campos nevados de la Precordillera y sus fronteras. Luego del humo, nada vuelve a ser lo mismo. No ella. No los otros. No el paisaje. La espuma impalpable de los corpúsculos quedan flotando en el fondo de la tierra, de las pupilas y de las conciencias.
Patricia toma el lenguaje ancestral de las señales de humo y deja que los borbotones de la humareda escriban poesía primigenia.
El mensaje queda suspendido en el paisaje.
Se vuelve paisaje.
Se desvanece en el paisaje.
Se funde paisaje.
“El mensaje se leerá como una búsqueda de encuentro y como ubicación geográfica para ese encuentro. El espectáculo de estar en ese paisaje en ese momento, haciendo una acción que invade de una manera tan física y visual el paisaje, es maravilloso. Quedo acelerada, agitada después de hacer la acción, la sensación de estar haciendo algo entre prohibido y peligroso e interior. Una forma de estar vivo en el mundo, de habitarlo.” nos explica la artista. “Cada vez que mando una señal me quiero contactar con cosas que tienen que ver con los deseos, con los amores, con el encuentro con algo que estaba perdido, recuperarlo. O intento dejar de estar sola. Motivaciones de profunda soledad y una sensación de añoranza.”
El excitante humo mezclado con la búsqueda del de las cosas (expresión oriental para designar el aura inasible de las experiencias más fabulosas) explica y subyace en el hollín perenne que su obra provoca y evoca.
“Busco eternamente ese momento, el AH! de las cosas, ese suspiro, respiro, ese momento de algidez, la respiración del asombro. Es lo que busco con mi obra. Que me acontezca a mi y a los otros.”
Después, mujer, paisaje y fuente, se deshacen como el humo que las causa. El espacio queda vacío pero habitado y la atmósfera con una milagrosa humedad desierta.
Y a pesar de haber logrado lo impensado, la artista siente que aún no está todo dicho : “Uno siempre tiene a destinatarios en la cabeza, pero por ahora todavía nunca sucedió lo que estoy buscando. Capaz que cuando ocurra, dejo de tirar bombas. O tal vez uno desea algo, y tal vez suceda de maneras que uno no sabe leer, o que no comprende todavía. O sucede de maneras que uno no espera.”