Antes de perfumista, el nariz detrás de Fueguía 1833 es autor. Y antes y primero, exégeta. Cómo sino, lograr extraer el alma de las cosas.
La Biblioteca de Babel. Alguien sueña. Viento zonda. Pulpería. Sudestada. Lago del Desierto. Quilombo. Metáfora. Halo de luna. Niña en hamaca en siesta...
Antes de perfumista, el nariz detrás de Fueguía 1833 es autor. Y antes y primero, un exégeta. Cómo sino, lograr extraer el alma de las cosas.
Las líquidas obras de arte de Joaquín Bedel, el artista detrás de las fragancias de Fueguia 1833, condensan y expanden el mundo. Su oficio nace de la atípica fusión de dones que le permiten la comprensión científica del plano molecular de los olores de las cosas y la intuición nacida de la frondosa imaginación del aroma de aquellas que sólo existen en el plano de la fantasía. Luego, con todos esos argumentos conceptuales, sensoriales y visuales; el perfumista logra construir su acorde final.
Las más de 80 fragancias actualmente creadas son presentadas en su web con una breve nota de cata y un puñado de líneas poéticas que hacen de cada fragancia pequeñas experiencias performáticas enfrascadas y guardadas en cajas de madera de lenga realizadas por una carpintería de Junín de los Andes y envueltas en papel impreso con viejos mapas de la Patagonia hechas por un cartógrafo francés del siglo XVIII.
Actualmente Fueguía 1833 conquista el mundo de las fragancias más sofisticadas del mundo. Con flag stores en capitales de la moda como Milán, NY, Tokio, Zúrich y Buenos Aires, es objeto de deseo de celebrities, presidentes y reyes como Lady Gaga, Obama y el príncipe japonés Akishino; entre cientos de otros.
Actualmente la firma convoca a quienes quieran aportar sus sugerencias de próximas fragancias a hacerlo en fueguia.com
Imagen de portada: Carmel Seymour